Mirando hacia atrás, te das cuenta de lo rápido que pasa el tiempo...
No es mi primera montaña, ni la que más me gusta, ni donde más disfruté, pero si es la que más odié quedándote grabado un gran recuerdo, que evitas recordar...
Julio de hace 35 años...Llegamos al campo base; “joder qué grande es, el volumen es bestial”. Aunque impresiona muchísimo sabemos a dónde vamos, pero la realidad supera la ficción.
Llevamos un mes asediando la montaña, salvaje, difícil y muy fría.
Hoy es un día diferente a los demás, porque salimos del último campo hacia la cumbre. Da igual que sea día o noche, el frío es insoportable.
Termino de calentar agua y en lo que tardo en calzarme está congelada; así un día y otro día, ¡qué desesperación!
De la tienda a la cima no hay casi desnivel, unos 600m, pero sí muchísima distancia, unos 12 km.
Hace ventisca, no muy agresiva, pero lo suficiente como para tener más frío, si es posible.
El altímetro nos indica que estamos en la cumbre y solo vemos nuestras huellas, que en poco tiempo la ventisca las tapará.
Solo pensamos en regresar a la tienda y meternos en el saco.
Pasan 24h, no lo sé exactamente, pero estoy seguro de que nos ha llevado al límite físico y mental.
Como nos habían dicho, es más difícil que muchos ochomiles y más fría que cualquiera de ellos. Es un lugar perfecto para odiar las montañas.
Pobeda Peak, grande, difícil, salvaje y fría, muy fría.









