2025/08/01

MARRUECOS TOUBKAL

En Navidad de 1992, seis amig@s partimos en una furgoneta alquilada rumbo a Marruecos. Dejamos atrás las luces navideñas para buscar aventuras bajo cielos más cálidos. Cruzamos el Estrecho y tras sobornar al gendarme de aduanas para agilizar el proceso, nos adentramos en un mundo de colores, olores y paisajes que no conocíamos.

En el Alto Atlas, subimos el monte Toubkal ( 4.167 metros) el más alto del norte de África. Las mulas no podían avanzar por la nieve, así que contratamos porteadores que cargaron con lo esencial mientras nosotros luchábamos contra el frío y la altitud. Las paredes del viejo refugio chorreaban agua y apenas pudimos descansar.

A la mañana siguiente con crampones y piolet alcanzamos la cumbre. En la cima, rodeados de un paisaje blanco e imponente, sentimos el vértigo de estar en lo más alto. La nieve recién caída por encima de las rodillas nos dificultó el descenso pero llegamos sin contratiempos.

Luego vino el contraste del desierto: un océano de dunas doradas, donde el silencio era absoluto. Hacía calor pero temblamos al comprobar que habíamos perdido la única llave de la furgo, pero solo fue un susto, ¡Menos mal!

Marrakech, con su bulliciosa plaza Jamaa el-Fna, fue también nuestro destino , un caos vibrante de zocos, aromas a especias y callejuelas interminables. 

Volvimos con la furgoneta llena de polvo, cachivaches y recuerdos inolvidables de montañas, nieve, arena y la calidez de una tierra que nos encantó.

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